martes, 11 de marzo de 2008

Luna

Hueso de piedra
de un costilla terrestre.
Diamantina presencia,
¿Lo sabes?,
te busco la cintura.

Baja tu influjo
mantienes la vida.
Con tu canto mareas las aguas,
encrespas el mar,
despiertas al hombre lobo.


Prometida de los dioses,
adorado rostro.
Si desaparecieras ofendida,
sería muy oscura esa noche…
Si un viento de madrugada te robara,
o harta de esta raza colérica,
escapases por la ventana
atando sábanas y encajes
la noche previa a la boda.

Desataría contra nosotros
los canes de la celestial furia.
“¡Ha huido!”,
gritaría el tremendo monarca.

Sin ti iríamos cayendo.
Nuestra voz sería un eco
llamándote desde el espacio.

¡Luna!
¡Luna!

Eternamente eclipsados,
las plantas y animales se apartarían de nosotros.
Las mejillas ríos de plata,
el corazón tristeza.

Dándonos la espalda,
nos mostrarías tu lado oscuro.

Deberíamos habernos convertido en ciegos para entonces.

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