lunes, 3 de marzo de 2008

Los meses con minúscula: enero.

El tren avanza.
Los rayos del Sol se descuelgan sobre nosotros,
aunque alguien en el mundo ya ha gritado:
¡Basta!.
Miro a través del vidrio ausente de la ventanilla.
De Horizonte a horizonte,
este es nuestro mundo.

No posesivo.
Nuestro derecho de andarlo,
de sonreír o llorar por un tiempo.
De reclamar por tu dignidad.
De decirte que lo siento.

Enero, calor.
La niña lloriquea y se queja.
Con el tiempo uno se va resignando.
Ve los que en el camino quedan.
El sudor también, del que está al lado.
Piensa en que no puede entender la nada,
ni el como hubiera sido no ser alguien.
Así como tampoco se entiende esto,
simplemente se lo vive.

Uno sopesa todo eso,
y aprende a no lamentarse.
Que enero será un doceavo de tu vida,
y no hay más piedad que el haber nacido.
Más que, que el tren
no se detenga entre estaciones,
y cese esta brisa.

El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, marzo 2008)

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