jueves, 6 de marzo de 2008

Estallar al aire

Nueve lunas de esperar,
girando en la placentera placenta.
Envuelto en sonidos lejanos,
soñando ser.
Y tal vez, sin saber lo que es nacer,
soñando ya,
con tener mis propios hijos.

Creciendo,
alimentado por un cordón
ligeramente enredado.

Esperando la dicha,
de por sí: agradecido.

Oportunidad,
buena o mala,
oportunidad,
y es todo.

Empuja una fuerza casi sobre humana.
Me despide.
Me recibe una atmósfera hostil y fría
Siento algo de miedo,
oigo un grito inédito
se hinchan mis pulmones.

Aún no veo a donde he venido
pero al fin soy.
Para bien o para mal: respiro.
Me agito,
lloro.

Pendo cabeza abajo .
Un fuerza que no me abandonará hasta ido,
me impide quedarme quieto y me arqueo.

La luz se cuela a mis retinas.
Sin saber aún donde estoy,
fascinado,
compruebo en instantes
todo mi cuerpo verdadero.

Humano soy.
Ya tengo las manos que voy a dar.

¡Vivo!


El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, enero 2008)

(En agradecimiento a todas las madres, especialmente a las fallecidas en el parto y a las que se han hecho cargo de esos niños huérfanos. A quienes como a tantos seres inmensos y desinteresados no se les dedica un mísero monumento, en nuestras civilizadas náuseas urbanas.
Para todas las mujeres que se han dormido soñando ser madres, ojalá haya un jardín lleno de niños esperándolas en alguna parte.
Y muy, muy, muy, muy especialmente para todas las mujeres que sin haber parido, han adoptado a su regazo hijos de otras.)

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