lunes, 17 de marzo de 2008

Reentendiendo palabras: Ezquizofrenia

Delirar sin tener fiebre,
desconfiar a las verdades.
Vereda de enfrente,
afuera y dentro de uno mismo.
Desafinado alguien va cantando,
diciendo dentro de la cabeza macanas.

Locura no es bella,
Locura,
es quedar desnudo,
encerrado en el balcón en invierno.

La indiferencia te blindará de a poco.
La indolencia a la sed,
y ese convencimiento enfermo
te irá secando lo que queda esperanza.

Vereda de enfrente la gente,
dos lados de uno mismo
van sin casi conocerse.

El mundo te hará un muro en derredor,
como a un vecindario incoherente
Babel donde todos hablan a un tiempo
y nadie entiende.
Lo llamarán manicomio.

Locura no es bella,
es reírse triste.
Es llorar en un rincón
la alegría de no haber elegido ya no ser alguien.
Contemplarlo desmoronarse
desde atrás de un vidrio.
Aceptar la imposibilidad de ayudarle a lo lejos
aunque nosotros mismos seamos ese alguien.

Esquizofrenia,
corso a contramano,
conventillo en la cabeza.
Calamidad y calambre.
Muchas voces a un tiempo,
no hay posibilidades de convivir con esa gente,
ni con ninguna otra gente.
No hay posibilidad
de enfrentar seriamente esa imposibilidad
una vez iniciado ese derrumbe.

Alterado y absorto,
estás hablando sólo,
¿lo sabías?
A todos nos harás llorar
con esa mirada fría.

Estremecido por temores estabas,
de pronto tenés la voz de otra persona.
Tenés a muchas encerradas
en esa cabeza tuya.
En realidad nadie sabe
si les das de comer,
si les das de beber.
Si sienten algo a más de estar solos,
y ya no recuerdan como se llora.


(Para Pablo B.)
El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, marzo 2008)

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