sábado, 28 de junio de 2008

Creo que fue esa tarde...

Las nubes de tan lejos no eran nubes.
Parecían cosas parecidas a pañuelos,
pero ese parecer, me parece,
me nacía del alma
más que los ojos.

En el aire quieto,
el verano flotaba liviano a silencios.
El río, como siempre dormido,
el futuro: lejos.

Hacía un calor de espanto.
Hasta corazón de cemento la caricia de la brisa no llegaba
y éramos unas estatuas de carne
paradas sobre su propia sombra al mediodía
justo cuando el trueno anunció el alivio.

Sin dueño, las gotas se descolgaban.
“Las cosas buenas seguirán pasando”, me dije
y entonces sucedió lo impensado.
Creo…que fue esa tarde.
Yo hubiera jurado que no se podía,
pero de pronto Buenos Aires se desnudó la piel de piedra
y alzó los brazos
para jugar un rato con el agua.

El Poeta del Asfalto (De: Tres días sin dormir. Buenos Aires, junio de 2008)

2 comentarios:

Maestro Ocultista dijo...

Me gustó mucho este poema, hay algo en la metáfora de las estatuas que lo hizo grande.
Un saludo desde España.

Chusku dijo...

Gracias por tu tiempo, y la lectura.

Saludosdç desde el Sur, también para vos.
Luis