lunes, 2 de marzo de 2009

Si escuchas con calma, nadie dijo que te odia

Ya sabés, algunos días simplemente apestan,
y no es que la humedad haga bajar el hedor de los mataderos.
El tren arranca para donde no tenía que ir,
Sigue y sigue.
Buenos días,
tus sueños se vendieron anoche tan barato
que lo que dieron a cambio,
no alcanzó a mover la balanza,
quieta la aguja se quedó
todo desecho,
ni siquiera una marca en la pared,
una seña que diga donde ir a buscarlos de nuevo,
un llamado a las buenas conciencias. Nada.

Deberás intentar una vez más con apenas tus fuerzas,
anónimo en la historia convulsa y arbitraria de cada día
la búsqueda de un horizonte compartido
con quien sabe quien y cuantos.
Vas viajando en un tren atestado,
en mal sentido,
los cuerpos entre sí se apuntalan,
se prestan sin quererlo sus sudores
mientras los rieles se quejan de lo cerrado de otra curva sin aviso.

Si fuera por el espacio deberías haberte ya asfixiado
pero algo en piernas te sostiene
hay quien sufre y piensa
que quedará por siempre aquí atorado.
Pero vos sabés,
si el viento pasa desde la lejana ventanilla,
tu espíritu también puede pasar.

El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, febrero 2009)

2 comentarios:

Parofi dijo...

Pliegues derramados en la intensidad de un relato basureado por lo mundano. Llega como un carril pregonando tantas oscilaciones entre lo que es, y lo que quisiéramos fuese.
A veces rondo por ese rincón, a ratos me sucumbe la insoportable sangre que transita por mis venas, a ratos me pierdo en la levedad de cada avenida, pero cuando unos pliegues derramados como los que expira en tus letras, golpean mis pupilas, y me reuercen a pensar, que al menos, unas letras se salvan de esta guerrilla...
Saludos amigo

Chusku dijo...

Saludos también, tal vez es como alguien ya dijo, que sólo se salva quien no quiera salvarse.

Luis