domingo, 9 de noviembre de 2008

Doctores en ciencias exactas

Opinan,
tal su oficio de ofidios que sueltan sin saber la lengua.
A veces con inocencia de culebra,
otras con concentrada ponzoña.
Opinan del otro que apenas conocen,
de su santo, vida y obra.
De lo que no saben,
y cuanto menos saben:
más y más opinan

Su vida la termina la muerte,
pero ellos continúan comentando hasta media hora luego.
Mueren,
sí,
de un momento a otro, y como todos,
pero por cada tres que van al hoyo,
otros tres surgen de la universidad sin aulas a la vida.
Se generan, o aprenden,
no sé...
Brotan ya, con derecho de meterse donde no caben,
como torrente a las esquinas del mundo,
a mirar lo que otros hacen y deshacen
estos doctores Honoris Causa en casi todo.

Opinadores sin chapa,
trazan planos de donde nunca se animaron a ir,
escriben la historia de sus sueños y proyectos.
Expertos en decir que hacer y en recomendar.
Todos sabemos que ellos son ellos en realidad,
pero ellos andan por la vida
calculando con precisión al vuelo.
Corriendo sin ver las cosas,
siendo corresponsales de la desgracia y miseria ajena
como si alguien les hubiera preguntado.

No les hace falta informarse y/o comprender,
ni aprender de sus errores a los que son inmunes;
mucho menos aceptarlos.
Ya saben como es y terminará todo
Se, se.

Hablan de cien como de miles,
escriben cifras sin contarle los ceros
Apuntan al ladrón,
se la dan a la víctima,
y agujerean al diariero que no tiene La Razón...
Sólo ellos la tienen,
por la patria y dios que los crió,
o que se yo.
Por el mundo seguros van,
sin remordimientos,
Doctores en Ciencias Exactas son.

El Poeta del Asfalto, Buenos Aires septiembre de 2008

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