lunes, 8 de marzo de 2010

Carbunco

Delgada cinta de la vida,
viene la muerta atada a su cabo,
en un solo e inseparable nudo.

Ni abuso,
ni piedad.
No hay lealtad aquí,
tan solo tiempo.

Espora suelta,
cuerpo hinchado tumbado de lado.
Nadie lo toca,
mira sus colores
la muerte está cantado dentro;
las paredes
comienzan a gastarse.
La sangre lo va abandonando por cada orificio,
asoma y coagula
y la que viene detrás tropieza con ella.

Penúltimo suspiro,
espora suelta.
Muere lento,
como muere la pureza
Podrías tocarla con la mano,
pero mejor vete.
Mira sus colores,
catedral oscura de la que la sangre mana.
Las paredes a punto de reventar,
la muerte está cantado su antiguo himno dentro
el del dolor y la incertideumbre,
el del llanto y los grandes precipicios;

el de la última estrofa

que rima otra vez con vida.

El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, febrero de 2010)

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