sábado, 26 de septiembre de 2009

Luego, ¿cuándo?

paciencia de piedra
forma de muro
esta parte de la ciudad es una muela cariada
debes respirar esta resignación ácida
el viento quizas se demore.

Pienso:
la señal no está de más.
Somos tal vez peligrosos,
viciados,
inviables
hemos sido sin piedad legislados
juzgados y condenados
en nuestra propia ley
que no nos contemplaba.

Es asi que soñé un poema
para escribir con mi propia sangre en un muro,
pero las calles siguen y siguen
y mi tiempo nunca llega.

Es el asfalto que me gasta, me va deteniendo este cansancio.
Es mi limitado alfabeto un grito sordo,
un páramo desde donde al mirarte me miro
entre lo impagable y el desprecio.

Afuera: el tiempo de este viaje,
lo que se sin querer se pierde
entre la vida y todo eso.

Adentro:
recuerdo que te conocí...
y te atesoro para siempre
Pero nada retorna...
las calles siguen y siguen
y mi instinto y el Sur se duermen
y yo imperdonablemente me olvido de luchar contra mi soledad

y de buscarte...


El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, septiembre de 2009)
(de: Lo que piensan las ciudades)

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