domingo, 2 de agosto de 2009

Valor

Recién se levanta.
No se pregunta si será un buen día.
Eso se verá más tarde.

Conecta el enchufe,
la resistencia tardará algo más de un minuto
en calentar el agua para el mate.
Es un pobre inventario el que pueden armar sus ojos a esta hora,
en breve cruzará aquel marco como un sexto de las veces y no tendrá nadie de quien despedirse.

Es como un general al que obligaron a hacer carrera.
El suyo
es un mundo de papel y soldados de plomo.
Todavía se anima a decir que aún sueña con la gloria cada tanto.

Ahora enciende un cigarro,
busca rajaduras en la pared,
tose dos veces.
No le duele lo lento del amanecer invernal.
Él,
esta hecho también de esa sustancia de la que se arma la historia.
No sé porque como tantos se dice (y tal vez sueña) combativo.
Yo lo veo más bien dormitar en su trinchera.
Se despabila algo,
toma un sorbo de amargo y con toda su inconstancia
se queda mirando el horizonte
esperando que la oposición deserte de algún modo.

Espera, diagrama,
sueña,
espera.

Sigue esperando.

El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, julio de 2009)

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