miércoles, 2 de julio de 2008

Intentaré afinar lo que me falta.

El escenario parece preparado
para un concierto para solista.
La canilla cada tanto gotea,
la computadora, hace un zumbido irregular sobre la mesa renga,
que me mira con resignación desterrada de pino.
El brillo del monitor me debe alumbrar la cara
si de afuera a mi mismo me viera.
El mate tiene sabor a nada,
el agua se enfría deprisa.
No juguetea a caerse cuando la sirvo,
como otras noches,
sobre el teclado gastado.
Me duele más de lo habitual la espalda.
La barba crecida me pincha la palma sosteniendo la pera.

Hoy definitivamente no es el día.
Ningún poema sirve.
Ningún disco es el que quiero escuchar,
los pongo y saco todo el tiempo.
Sólo Piazzolla le acertó con su Invierno Porteño.

Creo que hoy simplemente me siento solitario,
como la pieza de un rompecabezas a la que le faltan todo el resto.
Como un grillo cantando en la bodega semivacía de un barco
que recién zarpó del puerto.

Cuatro y cuarenta y uno.
Perdón por este desliz sobre la cuerda,
intentaré afinar lo que me falta.

El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, junio 2008)

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