Estoy metido en algún sitio
que me impide respirar.
No sé
si no quiero salir
o no puedo
si quiero
si puedo.
Un yonqui
que juega a no serlo
y derrumba su castillo
de naipes marcados
al dejar la luz
escapar por una rendija real.
Los infiernos
son minutos rastreros
hechos a medida
por la risa.
Suena alta
la carcajada
cada vez que me lo quitan
y las manos se quedan
como el resto de la semana.
Unas manos
pueden estar tan tristes
como les permita su dueño
y tan vacias
como les imponga la ley.
john ash, madrid 24 de febrero
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