sábado, 27 de diciembre de 2008

En carne propia

El colectivo atraviesa uno de los puentes sobre el riachuelo.
Extrañamente he logrado sentarme,
me pongo a mirar perpendicular al viaje el agua lenta y viscosa.
Pasa y pasa como una cinta contínua la baranda,
el motor en la subida ruge.

La ciudad despereza su boca de chimenea para continuar con los trabajos,
la muchedumbre avanza en silencio con el brazo en alto intentando tocar el muro al frente.
Va torso contra espalda un paso y otro paso.
Algunos en el apretujo ya no tocan el piso
al tiempo se cansan muchos
son arrastrados,
los de atrás si ver impulsan a los de adelante,
van ciegos.
Sólo los primeros llegan a abrir los ojos cuando el final les toca a ellos en carne propia entre la opresión y el calor asfixiante.

No te esfuerces en gritar: estamos yendo al revés,
es para el otro lado.
Los de atrás empujan como cuando vos estabas en su lugar
no ven la pared hacia la que vamos con el brazo extendido
repitiendo nuestro propio nombre hasta gastarlo.
pidiendo hacia dentro:
Señor, incrementa nuestra renta.


El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, noviembre de 2008)

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