sábado, 12 de abril de 2008

Los aún despiertos.

Opuesto a subir, no es bajar.
Todo movimiento es vida.
Opuesto realmente, es el estatismo.
El silencio,
lo inerte…

Duele vivir,
pero aún no se ha inventado un antídoto
para esa alegría y amargura.
a esa ternura y llanto.
Ese saber veces,
no entender la mayoría.
Presentir,
reconocer la gravedad,
la caída en que volveremos a ser tierra.
Aceptar,
y seguir viviendo simplemente mientras tanto.

Oponerse haciendo,
sintiendo los huesos de otros
darse contra el suelo.
Encontrar sentido en el alivio
de ese peso que nos ata a la inercia.
En el grito del que va naciendo.

Es el sucederse de lo que sucede,
la única realidad:
esto que pasa.

La contradicción permanente
del que va haciendo a sabiendas que el viento destruye.
No preguntarse: Que hará el tiempo de nosotros,
sino, que haremos nosotros con el que nos toque.

Usted comprende,
estuvo ahí,
descalzo en las orillas.
La marea sube y luego baja,
el castillo, aunque condenado,
es lo más hermoso entre la arena.

Vos y yo lo hicimos,
no lo entiende la mayoría,
pero aún no han logrado un antídoto
para esta locura de querer sentirse útiles.

Es adelante y atrás,
y delante de nuevo.
Es moverse,
la vida,
placer,
dolor,
cansancio
locura.
Nosotros.

Es el día y la noche.
Vientre de lucero,
cielo de parir mil soles.

Si te digo: si,
miráme a los ojos,
no sigas buscando explicaciones que no pido.
Dámela,
la disponible,
la poca o mucha.
Esa mirada fecunda
que es luz y sombra,
y luz,
y sombra,

y luz…


El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, abril 2008)

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