lunes, 5 de enero de 2009

Cuando se acabe la esquila

Umbral,
Do,
Sol,
Re,
y otra vez do,
umbral,
un escalón más de los que tantos pisan,
ahí está el cantor

Las cuerdas están más lejos de la cejilla
que algunos de la soledad en las grandes ciudades
y él solo siempre está
Do,
Sol,
Re,
y otra vez do,

Lo miro ahí,
y le doy unas monedas como premio a su constancia cada domingo cuando paso
Yo,
que nunca pude verme bien la cara
no tengo quien me cuente como son esas tristezas que de cada tanto me aparecen,
pero deben ser parecidas a las que le escucho a él cantando.

Yo,
que al oírlo me detengo unos instantes
lo veo y me veo sin cambiar en un futuro, sólo, triste y aporreado
Yo,
que vengo sin conocerme
corriendo detrás de cada tiempo que se me promete
y puntual cobro en sangre lo que amo
la propia, si, que se me derrama
la mía, digo, que se me quiere escapar de adentro mío
por buscar algo que no sea esta espera.

Otra vez domingo,
semana menos,
otra vez tarde de milonga y espejos.
En el fondo del tacho suenan a poco las monedas.
Yo, que nunca pude verme bien la cara
la miro cantando antes de tiempo ahí en la de él.

Do,
Sol,
Re,
y otra vez do,
no sé ni para qué,

El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, diciembre 2008)

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