lunes, 14 de enero de 2008

Ojalá la sangre te ponga alas

Los niños nos observan y aprenden.

Ven sombras que se arrastran
Hartas de tener,
vacías,
feroces.
Llenas de pobreza.

Ven otros mundos más allá.
Cada Luna con su cantor,
cada Sol con su poeta.
Almas libres girando en soledad.

Aquí paz es sólo el espacio entre las guerras.
Pensamiento, es dientes y herida.
Se apilan viviendas y mentiras,
crece cemento contra las nubes.
Gente que, así, cree estar más cerca de algún cielo.

Peleando por nada,
peleando por algo por lo que pelear.
Parasitando lo que llaman amor.
Lamiendo la herida por ellos mismos provocada.

Los niños nos observan y aprenden
Así, odiándonos a nosotros;
así,
no podemos querer a nadie.

Cambian generaciones.
Verdad:
Palabra que viene castigando entre tinieblas
Cada Luna con su cantor,
cada Sol con su poeta.
Cada estrofa una trinchera
desde donde se disparan verdades.

Aquí paz es sólo espacio entre las guerras.
Entre sombras que se arrastran,
hartas de tener,
vacías,
feroces.
Llenas de pobreza.

Los niños nos observan y aprenden.
Ojalá entiendan
que hay que hacer todo de nuevo.
Que así, odiándonos a nosotros;
así,
no podemos querer a nadie.

Mi sangre agoniza.
Niños,
ojala que su nacer le duela al odio.
Con esperanza yo los miro asomarse a ustedes.
Y tengo un Sol que se llama libertad
reflejado en mi mirada.

El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, Enero de 2008)

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