lunes, 20 de agosto de 2012

Diga que perdí la cabeza

Héroe y cobarde,
no me amotino a mi suerte.
Apenas afirmo levemente algunas cosas,
como el Sol de verano en Oslo.

Apenas cumplo con lo lejano,
me reclino ante obligaciones
y cuando debiera volver a mis cosas
me pierdo sin más en la neblina.
Como un barco cuyo capitán ha decidido
que su carga no tiene prisa.

Con sus velas arriadas hace años puede vérselo fondeado en la recalada.
La tripulación canta ebria cada noche,
festeja mientras dure con vinagre y queso rancio.
Se saben la canción y creen tener tiempo,
solo han olvidado
que el mar es antiguo

pero la madera se pudre.


1 comentario:

Gustavo Cavicchia dijo...

Agradezco que existan estos lugares para leer buena poesía aunque la madera se pudra.