Primavera.
Tibieza despereza a una piedra en el fondo del río.
Abre un ojo y ve el cielo,
la corriente se acrecienta y ella gira,
luego, en un promontorio se detiene.
Abre ambos y ve una pájaro de mil colores.
Más allá: cerezos en flor,
un viento arriando nubes,
y al Sol cayendo
en rayos verticales.
Contempla todo
a través de la pupila del agua y piensa:
Tal vez mi destino no es el de divagar aquí en la corriente.
Tengo un pasado y un presente,
y un futuro que se gasta.
Tal vez,
no he venido simplemente a contemplar cada año el deshielo...
A arrastrarme sin sentido
por el fondo.
El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, Julio de 2008)
miércoles, 2 de febrero de 2011
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