sábado, 5 de diciembre de 2009

Florecer de nuevo

Cimientos,
muela cariada
herida profunda en la tierra
la sangrante encía de una voz ya rota.

Neblina gris, hedor de mataderos,
bostezo sin apuro
de una ciudad que apesta odio.

Me parieron acá, en alguna esquina
en una sociedad
que le pasa el plumero a los escombros
sin alegría,
sin raíces,
sin sexo


no mires,
no hables,
no pienses.

Nos encargaron construir
nuestro propio mausoleo
y en esa porfía se nos va rajando el cuero.

Rumbo malhabido,
pero estan volviendo
los que detrás mío vienen,
somos tal vez el último eslabón débil.
Somos los últimos de la hilera
demacrada y sola.

Ilusión por desarraigo,
sueños, por seguir vivos
fatiga, por esquivar el abrazo miserable,
ese era el trueque.

Escupidos y vilipendiados
por nuestra propia sangre que nos niega,
hemos luchado para no ser absorbidos por el muro.
nuestras fuerzas ya están minadas,
pero nuestro rostro temprano en arrugas
se empecina en sonreír.
Ya no más pájaro asustado.

Nuestros hijos
serán más libres.

El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, noviembre de 2009)

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