Aguerrido puercoespín
se da vuelta a morir una vez más,
su barriga de nubes nos muestra.
Es el verano que se va.
Nadie lo ayuda a empacar,
nadie le desea un buen viaje
Nadie le besa la frente al dormirse
a este último Sol furioso.
Debe ser que sabemos
que somos más frágiles que el verano.
Qué él no puede dejar de pasar como una abeja.
Arriba siempre el Sol.
Cielo, guitarra.
Este poema fechado veintiuno de marzo se irá.
Yo también,
sin dejar ni sombra.
El verano seguirá pasando
inexorable.
Por sobre esta tierra
a prueba de milagros.
El Poeta del Asfalto (Buenos Aires, marzo de 2008
lunes, 17 de marzo de 2008
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