También nombre de mujer,
nubes vinieron marchando en cruel asedio,
abdicó el estío.
Huyó rodeado de golondrinas y abejas
a otras más benignas latitudes.
Nadie viene a visitar al monarca taciturno
al fondo de su palacio frío.
La tierra se inclina
como montura que despide al jinete,
y la fuerza de ese Sol
se muda al otro hemisferio.
Apagado, en su trono distante
debe sobrevivir a la muerte,
como la palabra escrita,
como tantas otras cosas.
Alguien muy alto y muy paciente
le traerá de nuevo guiándole de su mano ciega.
Volverá para reinar en primavera
atado a su melancolía.
¡Debes sobrevivir ahora
esperanza nuestra!,
sino:
¿qué sería de nosotros?
El Poeta del Asfalto (Buenos Aires enero 2008)
lunes, 17 de marzo de 2008
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