recuerdo y sueño,
horizonte indivisible.
El camino de paraísos,
la vieja casa de mi tío
las herramientas que no alcanzó a guardar
antes de irse a su mundo de domingos
un rollo de alambre dulce,
tijeras,
azada,
más allá una pala,
concavidad abierta a la lluvia
mirando descarada al cielo.
Herrumbre,
urdiembre de emboscada.
Herida fiel la de su espalda contra el suelo
esa mancha anaranjada que su contorno dibujara
se me trepa por los dedos al tomarla.
Enseñanza
la de ver oxidadas a estas cosas.
La de ásperamente acariciarles la pobreza.
No estés.
No te quedes también vos
a disposición del tiempo.
El Poeta del Asfalto (Exaltación de la Cruz, marzo de 2009)
viernes, 5 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Un gran poema, imnenso.
Che, no te emocionés tanto en los comentarios que van a pensar que somo parientes...
jajajj
Saludos y gracias
Luis
Publicar un comentario