Cuatro costados iguales,
alambre por allá
pampa y pampa y pampa.
Llanura simple y llana,
sin embargo,
el paisaje aturde la mirada.
Estos son los momentos de
soledad en que dudo
¿qué hicimos para proteger
lo último?
Nosotros,
que nos sentíamos
combativos.
Señalero torcido por el
viento
cartelera de destinos
cancelados
boleterías con barbas de
telarañas
Las nubes se ríen entre las
tejas vacantes si mirás para arriba
no falta mucho para que las
paredes se partan solas,
me digo.
Otoño de las ganas,
Lo que se renueva y se
renueva,
bajó los brazos de pronto.
Estación de andén vacío
pasto entre los adoquines
por suerte después de mucho
esperar,
después de caminar por
rumbos prefijados
después de fundir motores
por carreteras equivocadas
me di cuenta que mi mundo
está en otro lugar
Pero pese a mi dura
filosofía,
no pude sin embargo,
evitar enderezar el espejo
del baño algo percudido e inclinado
que reflejaba el piso quien
sabe desde cuando
como rendido y sin meditarlo.
Lo enderecé con el respeto y
la paciencia
con el que tratarán quizá en
las guerras más sangrientas
al cuerpo inerte del hasta
hace instantes enemigo
que tuvo el coraje de
resistir en desventaja hasta el final.
Salgo afuera,
sorbo el mate y miro largo.
Mueca de remache gastado
dos rieles torcidos por el
tiempo
ensayan una sonrisa oxidada
y sin testigos hasta ahora.
No acepto la invitación,
parto.
Huyo.
Me voy sin ver a los que
vine a ver
antes que el fantasma de
justicias postergadas
me tire un pialada
y me convierta en otra
sombra que espera.
Me voy caminando por las vías
antes que estos durmientes
de quebracho
que son como dioses
estacados
que saben de su condena
larga
despierten y me sujeten de
un tobillo.
Antes que aquellos cardos
perlados aún de rocío
se enteren que a mí también
a veces
se me da por llorar…
Esqueleto de rieles
cuerpo ferrovial
roto a golpes.
Extremidades desmembradas
No te enojes
con aquel que tuvo que
vender,
a sabiendas o no, su
dignidad.
Con aquel que inocente
la entregó por nada.
Con quien no fue consulto,
y si lo hubiese sido,
no contaba con la habilidad
para ver a contraluz lo fino de la trama.
Enójate más bien con aquel
que perverso urdió a
sabiendas
estas cárceles con
ventiladores que hoy
que a duras penas nos
cobijan.
Estos castillos de alambre
áspero
en que somos algo así como
siervos descalzos
que se reclinan ante cada
poderoso que se asoma,
ante cada vencimiento.
No rompas lazos con los
tuyos pese a la furia.
Contesta a la sonrisa
oxidada del que por no tener maldad
tiene que transitar a diario
por un túnel lleno de sal
para llegar a mañana.
Al menos eso, aunque
doloroso,
aunque deje marcas,
cerrará las heridas.
Habrá que empezar de nuevo.
Reduce al mínimo posible la
aceptación de las mentiras de esta realidad
que nos grita día y noche
que nos resignemos.
Hazlo lo más pronto que
puedas
porque hay mucho camino
atrasado
y te necesitamos para
seguir.
El Poeta del Asfalto, Villars; Buenos Aires, marzo de 2014